Hame dicho cierto amigo que
aquestas reseñas son muy sureñas y pasarán varias páginas y tripas antes de ver
tacos que se hallaren fuera de la zona universitaria. Y dígole yo que mi
apetito es amplio y no discrimina y que ocupo mucho espacio de la urbe al
comer. Mas pero sin embargo, aquesta reseña vuelve a la Universidad por una muy
fuerte razón que diré después de mi apología, y ésta es que desde que se ha
publicado lo aquí escrito, el mundo entero me dice “prueba” y “ve”, mas para
decir “te invito” bajan los ojos y así yo, de bolsillo poco abultado, no puedo
cumplir con tanta recomendación.
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Cuando el hambre es muy bastante a media Universidad, buscad con celeridad el plástico azul brillante. |
Decía yo que
había una fuerte razón para continuar en la zona universitaria, y ésta es que
ahí se hallan unos tacos que fungen como rito iniciático para todo aquel que
pisa el campus. Si uno se detiene el tiempo suficiente para ver pasar las
ardillas, verá que pululan por ahí (cuando las pumatrullas se lo permiten) unos
amables mozuelos que distínguense por ir en bicicleta con la inconfundible
canasta cubierta en plástico azul cielo o agua o sea el azul que sea, que mi
negocio son los tacos y no las mariconadas del color.
Alrededor de
ellos revolotean los estudihambres, y teniendo las carteras tan flacas como las
tripas, buscan con qué matar el hambre con el mínimo costo y para eso se sirven
solos estos paladines del sabor garnachero.
Cuenta la
leyenda que oí de un primo mío, que reúnense los taqueros en la zona más
olvidada de Dios y nuestro señor el Rector, y es ésta la de la Facultad de
Ciencias Políticas, ahí donde hay una Biblioteca tanto o más grande que la
Central y menos visitada, y que allá un venerable patriarca reparte las
canastas a los guerrilleros del antojito. A mí aquesto no me consta, pero es
tan bonito y loable de repetir hasta que se vuelva parte de la mitología
universitaria como lo son el hombre-tlacuache y el
vagabundo-que-se-amarra-gatos.
Papa, frijol,
chicharrón y adobo son la alianza de sabores que tiene el taquero estándar y
todo lo que esté fuera de esto es ya una perversión (que no lo digo en
peyorativo); han visto mis ojos salir de esas canastas tacos de papa con
chorizo y mole verde, pero son tan raros e impopulares que subirá al Olimpo a
lado del señor tlacuache del que ya les he dicho.
¡Prestad
atención, ojos imberbes! Que ya sea por falta de gusto o experiencia o ambas, el
que llega y prueba sin saber puede llevarse una desilusión no pequeña y lo digo
yo, que mi experiencia taquera inicióse en sumo grado cuando entré a mi carrera
—harán pronto siete años ya— y costaban estos tacos dos pesitos, lo que me
permitía comer cinco diarios sin que viese mi economía muy afectada hasta que
me indigesté y quedé curado de ellos por período de doce signos del zodiaco.
¡Si yo sabré cómo reconocer esos buenos tacos!
(Cabe señalar a vuesas mercedes que el precio agora llega a los cuatro pesos por taco, poniendo la orden de tres a diez del águila y que esto basta para comer con provecho.)
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Si el taco os hace dudar muestra al sol el chicharrón, el que tenga buen sazón es el que logra brillar. |
Es la primer
señal de un buen o mal taco de canasta la salsa, que es lo único que en verdad
puede verse con el ojo desnudo y la mano limpia. Si se mira una salsa que
asemeja un guacamole aguado y mira los trocitos de aguacate flotar, será todo
lo rico que vuesa merced quiera, pero es errada para la degustación, pues que
esas salsas son hechas sin amor y con la sola necesidad de hacer mucho con poco
sabor (pues que el aguacate no pica). Por el contrario, si mira una salsa de un
verde más oscuro, y ve hojillas de cilantro flotar y quizá (si el mozo es
benévolo) un trocito de cebolla, es la salsa indicada para los tacos.
Además, todos
los sabores habrán de comprobarse con el chicharron. Si mírase éste masudo, con
un sabor poco ácido como si de otro adobo se tratase y, sobre todo, sin picor
en su carne, es éste un mal chicharrón y por ende, la canasta entera estará
corrupta. Hallará los frijoles secos y partidos y la papa desabrida. ¡Por la
hostia que es cierta esta regla y pueden comprobarlo vuesas mercedes cuando
quieran! ¡Espanta de ver lo certera que es!
Si halla en su
lugar un chicharrón asaz jugosito, que resulta brillante con los rayos del sol,
con la grasa justa para trasparentar el papel que los porta y nota la sazón
picosa en la carne, es una canasta aprobada por los dioses y todo lo que en ella
hallare será muy bueno y muy provechoso, el frijol bien condimentado y lleno de
cuerpo, la papa aderezada y bien cocinada. Traté de captar en el retrato a uno
de estos taqueros que lleva buenos tacos, por si lo hallan en sus retozos en
las Islas.
Como última
recomendación, conmino a vuesas mercedes a comer los tacos temprano, hay que
recordar que la universidad hállase cerca del cerro que llaman Ajusco y es
lugar de harto frío, lo que vuelve los tacos duros y cebosos, más aun los de la
subespecie “canasta”. Mas en pidiéndolos a mediodía, los hallará incluso aún
nadando en rajas de cebolla aderezadas con el mismo jugo de los tacos, lo que
es siempre muy sabroso para enaltecer el sabor.
Otorgo tres
estrellas a los buenos tacos de canasta de la Universidad, solo si (y solo si)
son los de buen sazón chicharronero, pues que es rico el sabor de la carne, la
salsa y hasta el papel estraza en que los dan.
Et fruitonis
-Don Pepe Zorrillo de la Trajinera