viernes, 22 de febrero de 2013

Canasta básica universitaria, la que tiene tacos



Hame dicho cierto amigo que aquestas reseñas son muy sureñas y pasarán varias páginas y tripas antes de ver tacos que se hallaren fuera de la zona universitaria. Y dígole yo que mi apetito es amplio y no discrimina y que ocupo mucho espacio de la urbe al comer. Mas pero sin embargo, aquesta reseña vuelve a la Universidad por una muy fuerte razón que diré después de mi apología, y ésta es que desde que se ha publicado lo aquí escrito, el mundo entero me dice “prueba” y “ve”, mas para decir “te invito” bajan los ojos y así yo, de bolsillo poco abultado, no puedo cumplir con tanta recomendación.

Cuando el hambre es muy bastante
a media Universidad,
buscad con celeridad
el plástico azul brillante.
Decía yo que había una fuerte razón para continuar en la zona universitaria, y ésta es que ahí se hallan unos tacos que fungen como rito iniciático para todo aquel que pisa el campus. Si uno se detiene el tiempo suficiente para ver pasar las ardillas, verá que pululan por ahí (cuando las pumatrullas se lo permiten) unos amables mozuelos que distínguense por ir en bicicleta con la inconfundible canasta cubierta en plástico azul cielo o agua o sea el azul que sea, que mi negocio son los tacos y no las mariconadas del color.
Alrededor de ellos revolotean los estudihambres, y teniendo las carteras tan flacas como las tripas, buscan con qué matar el hambre con el mínimo costo y para eso se sirven solos estos paladines del sabor garnachero.

¡Mirad al pobre actor que, laborando,
en menos de un minuto ha de comer!
¡Mirad cómo evidencia que hoy es cuando
podrá el fogón interno bien arder!
¡Mirad cómo la boca vase aguande
no importa si es varón o si es mujer!
Que el taco de canasta bien provoca
cual beso, de ponerlo entre la boca.
Cuenta la leyenda que oí de un primo mío, que reúnense los taqueros en la zona más olvidada de Dios y nuestro señor el Rector, y es ésta la de la Facultad de Ciencias Políticas, ahí donde hay una Biblioteca tanto o más grande que la Central y menos visitada, y que allá un venerable patriarca reparte las canastas a los guerrilleros del antojito. A mí aquesto no me consta, pero es tan bonito y loable de repetir hasta que se vuelva parte de la mitología universitaria como lo son el hombre-tlacuache y el vagabundo-que-se-amarra-gatos.
Papa, frijol, chicharrón y adobo son la alianza de sabores que tiene el taquero estándar y todo lo que esté fuera de esto es ya una perversión (que no lo digo en peyorativo); han visto mis ojos salir de esas canastas tacos de papa con chorizo y mole verde, pero son tan raros e impopulares que subirá al Olimpo a lado del señor tlacuache del que ya les he dicho.
¡Prestad atención, ojos imberbes! Que ya sea por falta de gusto o experiencia o ambas, el que llega y prueba sin saber puede llevarse una desilusión no pequeña y lo digo yo, que mi experiencia taquera inicióse en sumo grado cuando entré a mi carrera —harán pronto siete años ya— y costaban estos tacos dos pesitos, lo que me permitía comer cinco diarios sin que viese mi economía muy afectada hasta que me indigesté y quedé curado de ellos por período de doce signos del zodiaco. ¡Si yo sabré cómo reconocer esos buenos tacos!
(Cabe señalar a vuesas mercedes que el precio agora llega a los cuatro pesos por taco, poniendo la orden de tres a diez del águila y que esto basta para comer con provecho.)

Si el taco os hace dudar
muestra al sol el chicharrón,
el que tenga buen sazón
es el que logra brillar.
Es la primer señal de un buen o mal taco de canasta la salsa, que es lo único que en verdad puede verse con el ojo desnudo y la mano limpia. Si se mira una salsa que asemeja un guacamole aguado y mira los trocitos de aguacate flotar, será todo lo rico que vuesa merced quiera, pero es errada para la degustación, pues que esas salsas son hechas sin amor y con la sola necesidad de hacer mucho con poco sabor (pues que el aguacate no pica). Por el contrario, si mira una salsa de un verde más oscuro, y ve hojillas de cilantro flotar y quizá (si el mozo es benévolo) un trocito de cebolla, es la salsa indicada para los tacos.
Además, todos los sabores habrán de comprobarse con el chicharron. Si mírase éste masudo, con un sabor poco ácido como si de otro adobo se tratase y, sobre todo, sin picor en su carne, es éste un mal chicharrón y por ende, la canasta entera estará corrupta. Hallará los frijoles secos y partidos y la papa desabrida. ¡Por la hostia que es cierta esta regla y pueden comprobarlo vuesas mercedes cuando quieran! ¡Espanta de ver lo certera que es!
Si halla en su lugar un chicharrón asaz jugosito, que resulta brillante con los rayos del sol, con la grasa justa para trasparentar el papel que los porta y nota la sazón picosa en la carne, es una canasta aprobada por los dioses y todo lo que en ella hallare será muy bueno y muy provechoso, el frijol bien condimentado y lleno de cuerpo, la papa aderezada y bien cocinada. Traté de captar en el retrato a uno de estos taqueros que lleva buenos tacos, por si lo hallan en sus retozos en las Islas.

Con el bolsillo de obrero
y con el hambre de un caco,
siempre es bueno echar un taco
que cueste poco dinero.
Si quiere comer ligero
mas con una grasa vasta,
deberá sacar la casta
de un buen universitario
y goce el placer primario
de un taquito de canasta.
Como última recomendación, conmino a vuesas mercedes a comer los tacos temprano, hay que recordar que la universidad hállase cerca del cerro que llaman Ajusco y es lugar de harto frío, lo que vuelve los tacos duros y cebosos, más aun los de la subespecie “canasta”. Mas en pidiéndolos a mediodía, los hallará incluso aún nadando en rajas de cebolla aderezadas con el mismo jugo de los tacos, lo que es siempre muy sabroso para enaltecer el sabor.
Otorgo tres estrellas a los buenos tacos de canasta de la Universidad, solo si (y solo si) son los de buen sazón chicharronero, pues que es rico el sabor de la carne, la salsa y hasta el papel estraza en que los dan.
Et fruitonis

-Don Pepe Zorrillo de la Trajinera

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