martes, 16 de abril de 2013

La birria también puede ser buena para el corazón o Te dibujé un taco, adentro está tu cordero


Mucho tiempo anduve sin pararme en algún nuevo cubil taquero por las vicisitudes de los sueldos y los viajes, pues que en teniendo dinero no salía por guardarlo y que al salir ya no tenía por ser verlo gastado en quién sabe qué chicles. Semanas harto provechosas en trabajo y estrés y en que estuve muy atareado como para detenerme a oler las flores, como suelen decir los que se sienten muy alegres.
Es notable que muchas de estas ocupaciones tuvieran que ver con una representación infantil de aquel libro para niños no infantil escrito en la lengua de Molière en la que hanme asignado los papeles de Rey, Bebedor, Geógrafo y Serpiente, pues que soy todo eso en mi vida, aunque me esté mal decirlo, pues no soy yo la boa que se ha comido el elefante, aunque lo parezca.
Bien cierto es que la función del pasado domingo salimos todos con ganas de comernos un paquidermo y salí con bella compañía y un colega a buscar el gazpacho. Propuse darle a los tacos o a cualquiera cosa que contuviera tortilla y salsa, pues que el día anterior había estado con un tío mío que es muy docto en eso de abrir latas de cerveza y yo, por ver sus prodigios, lo acompañé en vaciarlas sólo por no desperdiciar; de tal suerte que hallábame crudo en el momento que estoy relatando.

Busque el domingo
la taquería
que me curara
la cruda impía,
llegué a Copilco
donde hallaría
muy buenos tacos
'ora de birria.
Buscamos, pues, algo en tortilllado y ensalsado para comer y llegamos de nueva cuenta a Copilco (pues que presentamos al pequeño príncipe en la Universidad Nacional). A punto estábamos de ir a los ya reseñados tacos de suadero y pastor cuando el amigo aviador recordó que por la mañana había saboreado el olor a birria en su camino al punto de encuentro. En un principio no fue una decisión del agrado de la mujer que iba con nosotros, más cediendo a nuestra insistencia y al hecho de que ya estábamos ordenando, no le quedó más remedio que probar, por vez primera en su vida —como después supimos— lo que es la clásica orden de tacos de birria con consomé gratuito.

Han de saber los que, como ella, no han probado la birria, que tienen los taqueros la carne en constante calentamiento de caldo. El agua mézclase con la grasa de la carne y algunas hierbas y chiles, lo que da a los taqueros un consomé hecho de forma inevitable y que ellos, en tradición gratísima, regalan a quien lo pide. Lo cierto es que estos caldos se sirven a punto de hervir y uno debe soplar y revolver mucho antes de poder tomar, sino andará todo el día con el callo en la lengua.

La buena compañía es y fue
el consomé,
pues sabe dar contento y dar sazón
al corazón.
Algo que diome gracia de ella fue que pidió sus tacos con “poca salsa” al ver que el taquero extendía la cuchara hacia ellos con cierta masilla rojiza. El hombre tuvo a bien categorizar que aquello “no es salsa, es el sabor” y dice verdades, pues que se trata de cierto adobo especial que debe (DEBE) acompañar la birria para aderezar la carne y hacerla saber más a carne. De cierto, algunos destos adobos contienen algo de picor, pero es sólo la especia, y como nos dijo el taquero, cuando esta salsilla está bien hecha, debe realzar el sabor y no cubrirlo de ardores. Si dicen que “Lo esencial es invisible a los ojos”, no es aplicable en estos tacos, pues que lo esencial es claro y visible, es este adobo; y el mismo adobo es puesto como primera capa en el vaso que sirve para contener el consomé, y dicho sea de paso, en esta birriería no te dan el consomé como si fuera atole, o sea, en vaso de unicel, sino en simpáticas tacitas plásticas harto convenientes que lo hacen sentir a uno muy bien y muy a gusto.
También es digno aclarar que la buena birria que lleva “verdura” no es como en los demás tacos, pues que el cilantro no es la costumbre con ella, sino la cebolla sola y desto yo no sé la razón, aventuraría yo a decir que los humores de la cebolla dan fuerza al sabor de por sí fuerte de la birria y el cilantro, por ser hierba verde, lo hace más suave, pero no me hagan mucho caso y mejor pregúntenle a quien este más entendido en estas cosas de cocinar que yo sé más de las de comer.

Un taco no debe ser
alimento solitario,
pues lo más extraordinario
entre amigos, es comer.
Júntense varios, a ver
si hallan una taquería
que llegue a volverse un día
la de más gusto y contento;
yo por eso siempre intento
comer bien y en compañía.

Sirven ahí cinco tacos por veinte pesos de tortilla chica o un taco de tortilla grande en diez pesos, y son los dos tamaños muy convenientes pues la carne es, con San Bosco por testigo, la más suave de cuantas muchas birrias he probado y también harto sabrosa. Es la combinación más lograda de maciza y gordito que en mucho tiempo he visto. Además que el taquero es un entendido de muchas materias. Por ejemplo, díjonos que “la cebolla fileteada, asada y comida en ayunas” es un potente afrodisíaco que resulta en “un tiro seguro”; a la par que la comida es con variedad, pues que muestra sus habilidades con el cuchillo, cortando filetitos de carne de un tajo para diversión de sus comensales.
Fue todo tan bien hecho y con tan buen gusto que, como pocas veces en mi vida, comí ocho tacos y aún habría comido más de no ser poco el dinero y mucho el sol que es tan malo para la cruda, pero en habiendo sudado todos los malos humores etílicos, salí de ahí recompuesto, ya sólo afectado por el sueño del desvelo, agraviado por el mal del puerco que dióme de tal comilona.
Parafraseamos, pues, al pequeño príncipe, dijimos que la birria también puede ser buena para el corazón. Había algo distinto en el sonido de la cuchara al sacar el caldo, en el filo del machete al cortar la carne, en el modo de agarrar los tacos. La indigestión no debe significar nada cuando se tiene un amigo. El cordero dibujado por nuestro amigo nos sirvió para hacerlo taquitos.

Taquero que se precie de su oficio
tiene buen salivero,
su puesto es una ermita y da servicio
de sabio y de taquero.
La birria es la elección, no cabe duda,
entre los tacos pa' curar la cruda.
Pensaba dar menor calificación al puesto, pero impulsado por la bella que animóse a probar ahí los tacos (y aún más que parece lo volvería a hacer) doy al señor taquero cinco de mis cinco estrellas. Ahí está, en un pequeñísimo puesto a lado de los jugos. Tan pequeño, que no le caben sillas. Tan pequeño, que si no llegan ustedes a comerse la birria, ésta podría crecer y destruir el puesto completito. Tan pequeño, que una simple cebolla puede abastecer de condimento y afrodisíaco a todo el lugar.
Et fruitonis

No hay comentarios:

Publicar un comentario